Hace ya unos meses, cuando se conoció el fallecimiento de Sam Shepard, quisimos hacerle un intrascendente, íntimo y personal homenaje en casa. Volvimos a repasar un film que nos apasiona, Días de Cielo (Terrence Malick, 1978). Acompañaban a Shepard en el reparto Brooke Adams y Richard Gere. La casa en que vivía el personaje interpretado por Shepard se encuentra rodeada por un inmenso campo sembrado de trigo. Tan simple como espectacular era el jardín de aquella mansión.

 

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Es conocida la relación que el director de fotografía de aquella película, Néstor Almendros, logró dibujar con la pintura de Edward Hopper. La casa y el campo que la rodea es sin duda el ejemplo más evidente y son varios los lienzos de ese autor en los que parece inspirarse de manera directa.

 

 

El hacendado tejano que encarna Shepard contrataba año tras año a un grupo de jornaleros “nómadas”, braceros, para recoger la cosecha de su inmenso jardín. Una noche, arrebatado por la locura de los celos (también influye la amenaza de una plaga de langostas), éste prende fuego al campo en una de las cumbres dramáticas de la película. Es en ese momento cuando el “aroma” a Hopper de su jardín, de los paisajes del film, se incendia y de esas llamas aflora en imagen otro pintor anterior al norteamericano, el inglés William Turner.

 

 

Para la obra de arte de hoy os proponemos este círculo, un arabesco de relaciones un tanto barroco (lo aceptamos) que va desde Shepard a Malik o Almendros, de ahí a HopperEse jardín de los cielos termina por incendiarse, su calor recuerda a un Turner…

 

 

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