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A unas horas de la celebración del Día Mundial de la Educación Ambiental, queremos proponeros un libro que debería tener su lugar en todas las bibliotecas escolares, El árbol de la escuela, de Antonio Sandoval y publicado por Kalandraka.

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Los protagonistas de este cuento infantil son Pedro y el árbol. Trata sobre un niño que descubre un pequeño y delicado árbol en el patio de la escuela, con su cariño y sin pretenderlo, el pequeño consigue que el árbol crezca enérgicamente. Este inesperado crecimiento llama la atención de su maestra y del resto de compañeros de la escuela. Los pequeños se suman a los juegos que Pedro realiza junto al árbol e, incluso, consiguen construir una cabaña entre sus ramas, cabaña que más tarde servirá de biblioteca. El exagerado desarrollo del árbol también resulta llamativo a los botánicos, que lo examinan para investigar los motivos de este suceso extraordinario. Sus semillas se llevan a otras escuelas para iniciar de nuevo el proceso, aunque en realidad la clave se encontrará en el afecto de los niños por la planta.

El texto viene acompañado de las ilustraciones de Emilio Urberuaga, que recogen la vivacidad de un patio de escuela como el que describe el texto de Sandoval.

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La moraleja de esta historia puede resumirse en la importancia que para la naturaleza reviste el cariño que demostramos por ella. Pero del mismo modo, el hecho de que este beneficio resulta ser bidireccional. 

Como adultos (padres, madres, profesores…) debemos orientar la mirada de los pequeños (que ya se encuentra siempre, de por sí, abierta a los descubrimientos de todo tipo) hacia los detalles y los matices que pueblan la naturaleza de su entorno. No se trata de confrontarlos con un muestrario de ejemplos a este respecto. Tampoco de que los niños, simplemente, tomen nota de todo lo que ven, sino de que esos descubrimientos constituyan una vivencia.  De ahí que no sea imprescindible, tal y como se nos cuenta en esta historia, emprender grandes viajes para alcanzar descubrimientos fundamentales. Simplemente, con cariño y cuidado, como dando pequeñas pinceladas, podemos tener a mano verdaderas revelaciones que permiten apuntalar un aprendizaje basado en la ecología y en el respeto a los seres vivos. 

Observar lo majestuosa que pueda parecer, de repente, una noche inesperada, la luna; descubrir un pájaro que desconocíamos frente a nuestro hogar, el árbol en el que ese pájaro se refugia… Se trata de atender a lo que ocurre en el mundo que nos rodea, que entonces se convertirá en un mundo nuevo ante sus ojos, y también ante los nuestros. 

No nos olvidamos de otro hecho importante, el propio afecto del niño y el modo en que se acerca al árbol (pese a que los adultos le advierten que no debe «manipularlo», ni «molestarlo»), un fertilizante que no debemos despreciar. Hay en esta analogía mucha más realidad de la que pueda parecer a primera vista. No debemos obviar que el cariño que Pedro experimenta por ese árbol que se convierte en un amigo más, se deriva también del descubrimiento que el trato con el árbol implica. Conocer y estar en contacto con la naturaleza lleva consigo la germinación de nuestro amor por ella.

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El árbol de la escuela está disponible en la página web de Kalandraka en castellano, gallego, portugués, euskera y catalán.

Edad recomendada: 6 años.

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OTROS ENLACES DE INTERÉS:

Sobre Kalandraka en galiciangarden.com

Sobre otros libros en galiciangarden.com

 

Recuperando el contacto con la naturaleza

Heike Freire: aprender y crecer en la naturaleza.

Los beneficios de la jardinería en los niños.

Catálogo de Lugares Naturales de Interés Pedagógico.

 

 

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