En nuestro post de hoy deberíamos hablar sobre el tema del «color en el jardín», esto que viene a ser lo mismo que tratar acerca de «la luz en el jardín». El jardín es un espacio natural vivo, por lo cual es fácil comprender su dependencia estricta (a nivel biológico, pero no solamente) de la luz. Ahora en mayor medida que en otros ejemplos, vale una vez más el jardín como metáfora fundamental. Es relativamente sencillo llegar a la conclusión de que los jardines coronan la mirada de un pintor porque -en buena medida- en sus superficies se concentra un diálogo vital con la luz. En él se encuentra el pintor un organismo profundamente sensible a los cambios de luz, que son en resumidas cuentas como pálpitos a los que el jardín responde.

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Y está, entre los argumentos cromáticos que el jardín recrea en su búsqueda y asimilación de la luz, una piedra de toque para el pintor, el color gris. Goethe y Van Gogh así lo reconocían. Es en su disputa con los grises en donde el pintor (aunque quizás deberíamos decir también el fotógrafo, el cineasta, el poeta…) se juega el equilibrio de su obra. El gris es en muchos casos el vidrioso cartílago que articula la mirada del observador sobre la obra de arte. Los robustos golpes de luz que jalonan nuestra mirada -montada ella sobre las pinceladas «en escamas»- en la pintura de Van Gogh, se sirven de los grises del mismo modo que un pájaro se sirve del aire «para ser pájaro».

Road in Etten. 1881. Chalk, pencil, pastel, watercolor, 15 1/2 x 22 3/4 in. (39.4 x 57.8 cm). Robert Lehman Collection, 1975 (1975.1.774).

Road in Etten, 1881. Vincent Van Gogh.

Aquí tenemos una más de los cientos de (innecesarias) excusas en las que apoyarnos para visitar nuestros jardines gallegos. Éstos viven la mayor parte del año equilibrando su crecimiento a través de una atmósfera dominada por el gris. De haber sido necesaria una relación más «pictórica» en su quehacer diario, para el agricultor o marinero gallegos, con el entorno que le proporciona sus frutos (de hecho, que así es en muchos casos) serían millones los distintos términos con los que nuestro pueblo más humilde sería capaz de referirse a los interminables matices de gris que lo rodean. Ahora bien, la interpretación y estudio de nuestros grises es una labor que está ahí esperándonos. En ella los jardines gallegos serán siempre un medio (y un objetivo en sí mismo) extraordinarios. Nuestra recomendación es que hagamos uso de ellos también en ese sentido.

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