En cualquier diseño de un jardín son muchos los elementos que debemos tener en cuenta en la plantación. De entre aquéllos, si existe uno verdaderamente subjetivo, ése es el color.

¿Qué es el color?

Penelope Hobhouse, en su libro Colour in your garden,  nos define el color como «una sensación que ocurre únicamente cuando hay luz». El color percibido depende de la calidad y brillo de la luz, así como de la textura y forma de la superficie coloreada, aquella en donde incide la luz.

En los jardines, el color siempre suele asociarse a la plantación, y generalmente a sus flores. Pero cuando diseñamos con plantas debemos tener en cuenta también sus hojas, tallos, ramas.. y por supuesto, la estación del año. Tampoco debemos olvidar otros muchos elementos artificiales que también están presentes y que participarán en nuestras composiciones.

Visto así, puede parecer ciertamente complicado trabajar con los colores… y sí lo es en parte. Ya lo decía Gertrude Jekyll en Colour Schemes for the Flower garden refiriéndose a sus famosas borduras de flores:

«Plantar y mantener una bordura de flores, con una buena combinación de colores, no es en ningún caso tan fácil como comúnmente se cree. Yo creo que la única forma en la que se puede llegar a tener éxito es dedicar algunas borduras o zonas del jardín a ciertas épocas el año; para que cada bordura o zona brille por sí sola de uno a tres meses.»

Entonces, ¿por dónde podemos empezar?

Un buen punto de partida puede ser el círculo cromático. Basado en el espectro cromático de la naturaleza, el arco iris, puede darnos muchas claves para explorar las relaciones entre los colores de un jardín.

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Newton explicaba que la luz solar se descompone al atravesar un prisma en todos los colores del espectro. Si tomamos como referencia el espectro visible, representado por un círculo, vemos representados todos los colores puros que no contienen blanco ni negro. Son los colores primarios (rojo, amarillo y azul) y los secundarios (verde, naranja y púrpura). Faltarían aquí las múltiples gradaciones de todos estos colores, pero no vamos a complicarnos más aún!

Los colores  situados juntos en el círculo cromático se denominan adyacentes y suelen ser armónicos entre ellos. Los complementarios, en cambio, se oponen y contrastan. Así, cuando los combinamos podemos hablar de las teorías del contraste (de opuestos) y la armonía (de adyacentes).

Además, podemos hablar también del tono, que hace referencia al carácter brillante o apagado de un color, y la temperatura, según la cual podemos encontrarnos con colores cálidos o fríos.

Los colores básicos:

El blanco introduce luz en el jardín. Es el último color en decaer al anochecer. Aporta sobriedad y calma e ilumina las zonas sombrías.

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Jardín Blanco de Sissinghurst Castle.

El azul es uno de los colores últimos en abandonar el espectro y al anochecer es el mejor para ocupar el crepúsculo. La mayoría de azules suelen pasar desapercibidos en el jardín.

El verde es el color predominante de todo jardín. Suele encontrarse como fondo y en el suelo. Es fresco y reconfortante, siendo uno de los primeros colores en decaer al anochecer. Entre sus variedades, los azulados suelen ser más fríos y menos flexibles. Los verde oscuros dan profundidad y crean ambientes sombríos.

El rojo es uno de los colores más potentes. A veces suele ser difícil de utilizar por su fuerza, pero si nos fijamos, está casi siempre presente en todos los jardines, incluso en cortezas, hojas caídas, las tierras….

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Imagen de Sheffield Park, National Trust.

El color amarillo se utiliza poco. Reacciona agresivamente con otros colores, sobre todo los más fríos. Si se combina con colores cálidos funciona mejor. Es un color alegre cuyo empleo, valga la redundancia, puede servir para «alegrar» nuestro jardín.

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El cálido naranja, muy cerca del rojo, puede utilizarse para destacar en una plantación o para crear contraste con otros colores.

El morado da sensación de opulencia. Es una mezcla entre rojo y azul, siendo mucho más común que el primero.

Gramíneas y perennes en invierno en RHS Gardens Wisley, diseñado por Piet Oudolf.

Algunas consideraciones a tener en cuenta en nuestros diseños:

En cuanto a la perspectiva,  los colores fríos (azules, grises…)  introducen una sensación de distanciamiento. Puedes utilizar colores más cálidos como rojos y naranjas para llamar la atención y atraer la vista hacia un punto determinado. Por esta misma razón, no son aconsejables en aquellos  lugares donde nos interese colocar un punto focal determinado porque competirán entre ellos.

Debemos tener presente, también, que la luz puede variar la apreciación de los colores en el jardín.

Es interesante tomar en consideración, incluso, los colores de nuestro alrededor (jardines vecinos, bosques….)

La naturaleza y las combinaciones de colores que se dan en ella pueden ser un buen ejemplo para extrapolar a nuestro jardín. Observándola podemos sacar muchas ideas!

Se dice que a veces es bueno encontrar  cuatro o cinco plantas que se repiten en distintas zonas del jardín consiguiendo equilibrio, coherencia y unidad al conjunto. Con el color pasa algo parecido: a veces es bueno utilizar una combinación de plantas que tengan un color de base con sutiles variaciones de tonalidad o intensidad.

El color puede influir en nuestro estado de ánimo, afectándonos de manera muy diferente. Los rojos estimulan y los azules o verdes son más tranquilos. Se pueden utilizar estas asociaciones creando cambios de percepción en el espacio.

En las zonas más soleadas, los colores fríos como el blanco o el azul le aportarán frescura. Si por el contrario, nos encontramos ante un rincón sombrío, éste puede animarse con algunos colores cálidos.

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Espero que estos pequeños apuntes sobre el color os puedan animar a experimentar en vuestros jardines. Después de todo, la buena utilización del color es cuestión de experiencia e intuición!

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Kasteel Geldrop, en Garden Illustrated.

Fuentes: El jardín: Paisaje y Diseño, de Terece Conran y Dan Pearson; Diseño de Plantación, de Isabel Iglesias.

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