Si queréis disfrutar de una mañana divertida y agradable con niños no podéis dejar de visitar la finca de Briz en Marín.

Habíamos oído hablar en varias ocasiones del Parque de Los Sentidos pero nunca nos animamos a visitarlo hasta la mañana de este domingo, y os aseguro que volveremos en breve.

Se ubica en el centro de Marín (Pontevedra). Allí llegamos sin problemas, basta seguir las indicaciones que hay colocadas desde el puerto.

Para que os hagáis una ligera idea de lo que podéis encontrar en este lugar, os diré que existen varias zonas diferenciadas: una que llamaríamos “de aventuras”, un auditorio-anfiteatro al aire libre, un lago artificial y, como el nombre del parque bien indica, las terrazas dedicadas a los sentidos: para el oído, tambores, tubos de metal o xilófonos; en la zona dedicada al sentido del gusto disfrutamos de distintas especies frutales como naranjos o limoneros; para el olfato existe un espacio dedicado a plantas aromáticas como el jazmín, las gardenias o el tomillo, cerca de la cual encontramos también los elementos de juego destinados a la vista. Por último, tampoco falta el tacto, a través de pavimentos con distintas texturas.

Se hallan en la finca tres edificaciones: el “chalet principal” que nos recibe a la entrada, la “casa bodega” y la “casa dos caseiros”. Todas ellas destinadas a distintas actividades y funciones que gestiona el Ayuntamiento de Marín.

En todo momento de nuestro paseo y disfrute por la finca, nos acompañaba el sonido del agua y el de los instrumentos con los que de vez en cuando algún niño experimentaba (en el espacio ya mencionado de tambores y xilófonos). También retornaba, continuamente, la aparición de esculturas talladas en troncos de madera, a través de la sugerente frondosidad que aportaban sus especies vegetales.

De ahí, creemos, proviene esa sensación de estar circulando por un idílico lugar de juego (que ocupa, por cierto, la no despreciable superficie de unos 23.000 m2), tan similar a cómo plantean en otras ciudades europeas (tales como Amsterdam o Berlín) los parques infantiles. Todos los elementos están muy bien integrados en el entorno, sin delimitaciones ni protecciones excesivas: los niños pueden ensuciarse, trepar, subir y bajar por sus toboganes y escaleras, dar rienda suelta a su imaginación, coronar troncos cortados… algo que parece sencillo pero a veces difícil de encontrar.

También les llamó mucho la atención a los pequeños, el «Tornillo de Arquímedes», inventado por aquel pensador en el s.III a.C., y mediante el cual pudieron comprobar con qué facilidad la ingeniería permite transportar el agua. Ahora bien, su dedicación a ese ingenio no fue nada comparado con sus interminables caídas a través del más largo de los toboganes que hay en la zona de aventuras. Advertimos que será difícil para los padres poner un punto y final al juego de los niños en ese lugar.

En definitiva, pasamos una maravillosa mañana en la que pudimos relajarnos y disfrutar del juego y la naturaleza en familia. Para quienes quieran aprovechar la jornada para visitar otros espacios verdes, cerca de allí se encuentra el Pazo de Lourizán o los jardines del centro de la ciudad de Pontevedra.

Puedes echar un vistazo a la galería de fotos que te traemos de nuestra jornada en la finca Briz, ¿te ha gustado nuestra experiencia? Cuéntanos las tuyas!

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