La obra de arte de hoy está dedicada a un poeta imprescindible, una de las principales figuras de la literatura en lengua castellana actual, Jose Ángel Valente (Ourense, 1929 – Ginebra, 2000). Tomamos de su obra titulada Fragmentos de un libro futuro unos versos por él escritos en un parque urbano (¿qué mejor inspiración?). Así describía Valente ese momento de la concepción del poema, en una conferencia pronunciada en el Círculo de Bellas Artes de Madrid en 1999:

«Les voy a leer el primer poema que escribí de esta serie. Lo escribí en un parque de la ciudad de Figueras donde me detuvo durante varios días una huelga de trenes. Entonces, me paseaba por los parques meditabundo y solitario, a la espera de que la huelga se resolviera…»

Si hay un momento en el mundo

donde el pico de un pájaro

dijérase parece suspender el caos,

un súbito momento de tenue paz, ahora,

en el parque de una ciudad extraña donde me encuentro por azar.

Si existe repentino este silencio

en el leve descenso de la tarde, 

si hay aves que se funden y hacen uno el canto y la quietud

y una mujer joven que cruza con su hijo pequeño de la mano

me mira, intensamente,

si este eterno es verdad, merecería

la pena haber venido,

estar presente, dios, en esta cita tuya no anunciada.

 

Una eventualidad, un percance, obligó a Valente a meditar sobre una escena en la que él mismo se hallaba. El contexto, el marco, era un parque. Ese lugar le ayudó a contemplar, en un instante, una revelación, el destello de lo real, el fluir de la existencia en una cumbre de armonía. A partir de ahí, fijó esa revelación en unos versos que ahora nos hablan a nosotros, también, sobre nuestra propia existencia y que incluso nos enseñan a mirar (…un parque).

Imagen: Parc-bosc municipal de Figueres.

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