José Lezama Lima (1910-1976), uno de los poetas más brillantes en lengua española de todos los tiempos, prácticamente nunca abandonó Cuba. Sin embargo, su capacidad de descripción del mundo (por él imaginado o leído…) fue igualmente asombrosa. Como muestra estos pocos versos de su poesía titulada «Noche insular: jardines invisibles».

Entrad desnudos en vuestros lechos marmóreos.
vivid y recordad como los viajeros pintados,
ciudades giratorias, líquidos jardines verdinegros
mar envolvente, violeta, luz apresada,
delicadeza suma, aire graciosos, ligero,
como los animales de sueño irreemplazable,
¿o acaso como angélico jinete de la luz
prefieres habitar el canto desprendido
de la nube increada nadando en el espejo,
o del invisible rostro que mora entre el peine y el lago?

La luz grata,
penetradora de los cuerpos bruñidos,
cristal que el fuego fortalece, e
envía sus agradables sumas de rocío.
En esos mundos blandos el hombre despereza,
como el rocío del que parten corceles,
extiende el jazmín y las nubes bosteza.
Dioses si no ordenan, olvidan,
separan el rocío del verdor mortecino.
Pero la última noche venerable
guardaba al pez arrastrado, su agonía
de agujas carmesíes,
como marinero de blandas cenizas
y altivez rosada.

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