El de La Saleta es un jardín que sorprende a su visitante ya a primera vista. Su carácter “asilvestrado”, su integración con el entorno, pueden despistar en un primer momento y hacer pensar que no se trata del cuidado jardín que allí se encuentra. Fue creado sobre un terreno de cultivo en desuso y que presentaba una considerable pendiente. Sus antiguos propietarios, el matrimonio Robert y Margaret Gimson, comenzaron a introducir en 1968 especies foráneas de climas similares al de las Rias Baixas, terminando por convertirlo en un auténtico jardín botánico. Para ello, se basaron en un diseño de la paisajista Brenda Colvin, el cual se correspondía con lo que se conoce como “wild garden”. Una de las especies que más éxito tuvo por su gran adaptación aquí fue la camelia, por lo que podemos encontrar variedades de viveros de Inglaterra o incluso EEUU junto a otras joyas botánicas de todo el mundo.

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