Existen numerosos ejemplos de árboles que pasan desapercibidos a lo largo del año y, llegado el otoño, se convierten en los protagonistas del jardín. Éstos que os mostramos son algunos de ellos:
Taxodium distichum. Ciprés de los pantanos o ciprès calvo.
Este ciprés, originario de Estados Unidos, es muy abundante en los humedales del sur del país. Posee raíces aéreas (llamadas neumatóforos) que buscan la superficie para oxigenarse y le permiten sobrevivir en terrenos inundados. Se trata de una conífera caducifolia que puede alcanzar los 40 metros de altura. Su porte es piramidal, aunque con los años, termina por redondearse. Su follaje es plumoso. En otoño sus acículas se vuelven doradas antes de caer.
Acer rubrum. Arce de Canadá o arce rojo.
El arce rojo es una de las frondosas caducas más abundantes de Norteamérica. De unos 20-30 metros de altura, se adapta a multitud de condiciones en su emplazamiento. Su forma es variable. La corteza, gris pálido, contrasta con el colorido rojo de sus hojas en el otoño.
Liquidambar styraciflua. Árbol del ámbar o del estoraque.
De nuevo un árbol caduco originario de Estados Unidos, además de México y Guatemala. El liquidámbar es muy popular en nuestros parques y jardines. Su altura puede alcanzar los 40 metros y su porte es piramidal o cónico. En cuanto al color de sus hojas, éstas adquieren tonalidades amarillas, rojas o burdeos, más intensas cuanta más luminosidad. A este respecto también le favorecen las temperaturas bajas diurnas y los suelos no calizos.
Betula alba. Abedul.
Árbol originario de Europa y Asia, muy abundante en Galicia. Su valor ornamental aumenta cuando las hojas, antes de la caída, adquieren tonos amarillentos. Además, su corteza blanca hace que resulte muy decorativo. Puede alcanzar los 10-30 metros de altura. Es exigente en agua y prefiere los suelos ácidos.
Rhus typhina. Zumaque de Virginia.
Árbol caduco de pequeñas dimensiones (no suele superar los 10 metros de altura). Es originario de Norteamérica. Frecuentemente presenta uno o varios troncos con ramificación escasa y abierta. La coloración otoñal de sus hojas es impresionante!
Ginkgo biloba. Árbol sagrado o de las pagodas.
El ginkgo, un ejemplo de fósil viviente, es originario de China, donde se considera un árbol sagrado. Sus hojas se asemejan a pequeños abanicos verdes que cambian a amarillo durante el otoño. Puede llegar a los 35 metros de altura. Su copa es estrecha y piramidal y la corteza pardo grisácea.
Melia azedarach. Cinamomo.
Árbol nativo del sudeste asiático, de bellas y olorosas flores. Su estatura es mediana, de 8 a 15 metros de altura y su copa tiene forma de sombrilla. En otoño sus hojas se tornan doradas.
Quercus rubra. Roble americano o roble rojo.
Árbol originario de América del Norte, concretamente del noreste de Estados Unidos y el sureste de Canadá. Su altura puede alcanzar los 35 metros. Sus hojas son grandes, con bordes agudos, y resaltan por sus colores rojizos en el otoño, que permanecen en el árbol hasta entrado el invierno. Su corteza es agrietada y grisácea.
Hamamelis virginiana. Avellano de bruja
Pequeño árbol de hasta 7 metros de altura. Sus flores aparecen en invierno, después de que sus hojas adopten tonos cobrizos y caigan. Es natural de Norteamérica, donde crece en bosques húmedos o empantanados.
Carpinus betulus. Carpe.
El carpe, originario del oeste, centro y sur de Europa, es un pequeño árbol que raramente llega a los 30 metros de altura. Es un árbol de sombra, frecuente en los bosques degradados, creciendo junto a robles y hayas. En el otoño sus hojas se vuelven amarillas.