En abril de 2016 la Universidad Sorbonne Nouvelle de Paris organizó un Congreso Internacional sobre Jardín, Espiritualidad y Poesía en Granada. En aquel congreso se proponía “explorar el jardín como espacio espiritual o como puerta abierta entre el más allá y el mundo terrenal”. Y es que son muchos los especialistas de distintas disciplinas que encuentran en los jardines, o en el propio concepto de “jardín, un lugar o punto de intersección en el que parece extremadamente apropiado tratar acerca de ”lo espiritual”. A lo largo de la historia distintas culturas han hecho hincapié en esta circunstancia, en explorar el jardín como lugar mucho más próximo que cualquier otro a las divinidades.
Como ejemplo, recordemos el siguiente pasaje del Génesis:
«…plantó luego Yavé Dios un jardín en Edén, al oriente, y allí puso al hombre a quien formara. Hizo Yavé Dios brotar en él de la tierra toda clase de árboles hermosos a la vista y sabrosos al paladar, y en medio del jardín el árbol de la vida y el árbol de la ciencia del bien y del mal.»
De este pasaje de la Biblia podemos deducir que el jardín fue interpretado como la puerta de entrada, o cobijo primero, de los hombres y de las mujeres en la Tierra creada por Dios. Por poco que se recorra la superficie de esta vinculación tan fundamental entre los jardines y la espiritualidad, innumerables argumentos transcendentales salen a la luz. De ahí que aprovechemos la llegada de la Semana Santa a Galicia para abordar el tema durante este mes. Nuestro planteamiento será el de explorar este motivo a partir de distintas referencias culturales e históricas, no sólo en el caso de la religión católica, pero sí haciendo especial incidencia en cómo esta espiritualidad se comprueba en los jardines de nuestra comunidad.
Imagen portada: «Adán y Eva» de Alberto Durero (1504)