Como ocurre habitualmente con los lienzos impresionistas, y más allá de las circunstancias históricas que vinculan al propio impresionismo con el trabajo de la obra in situ, en este lienzo de Giovanni Boldini (Ferrara, 1842 – París, 1931), Berthe in campagna, es posible comprobar cómo los jardines pintados al óleo hacen gala de una armonía en el trazo que parece sacada directamente del vuelo de las infinitas hojas, ramas y todo aquel universo de acentos naturales que forman parte de un jardín.

Es decir, los jardines bañan nuestra mirada con una suerte de pinceladas espaciales que remedan, de un modo muy particular, los flujos rítmicos y densidades cromáticas de ese periodo de la historia del arte universal. No es de extrañar, por otro lado, que en ambos casos la luz sea a fin de cuentas el pilar principal que sostiene su elevaciòn en cuanto vertientes artísticas, cada una a su manera.

Lo que habría de ilustrar esta mención a un cuadro de Boldini sería, entonces, lo bien que define la esencia de un jardín el propio impresionismo en cuanto género pictórico. Lo hace con un discurso que fluye en el interior de la imagen en concreto que busca representar.

La relación entre los jardines y el impresionismo se nutre del modo instintivo en que observamos la naturaleza.

 

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