Regresamos de nuevo a uno de esos rincones «asilvestrados» de Galicia que nos invitan a ver nuestra comunidad como un único jardín, el diseñado por la propia naturaleza: A Fervenza do Toxa, en Silleda, una de las joyas del Sistema Fluvial Ulla-Deza que pasamos a describiros.

 

Sistema Fluvial Ulla-Deza

El sistema Fluvial Ulla-Deza ocupa 1.633 hectáreas. El conjunto es un Lugar de importancia Comunitaria incluido en la Red Natura 2000 desde 2004, debido a su diversidad litológica, botánica y faunística. Este paisaje «salvaje», de fraga, contrasta con el agrícola de su entorno.

Atraviesa varios municipios de las provincias de A Coruña ( Ames, Boqueixón, Brión, Dodro, Padrón, Rianxo, Rois, Teo, Touro, Vedra) y Pontevedra (Catoira, A Estrada, Pontecesures, Silleda, Valga, Vila de Cruces).

 

 

 

Fervenza do Toxa

Dicen de ella que es la cascada más alta en caída libre de Galicia con 30 metros. El motivo de su existencia es que el río Toxa, afluente del Deza, discurre en esta zona por un granito de alto contenido en cuarzo, lo que impide que el agua lo erosione y termine por darle forma.

 

 

 

Experiencia

Decidimos llegar a la fervenza andando, mientras un gran número de turistas decidieron (lamentablemente, a nuestro entender) recorrer en coche el escaso kilómetro que existe entre el aparcamiento habilitado junto a la iglesia y el mirador. Escogimos una ruta circular improvisada: a la ida, tomamos una parte del sendero que discurre entre el mirador y el monasterio de Carboeiro (se encuentra a unos 6.8 kilómetros del mismo). El camino era estrecho pero de gran encanto, atravesando bosques de robles, alcornoques, acebos, helechos… y acompañados por la fragancia de los eucaliptos en algún pequeño tramo.

Inevitablemente, la belleza del camino se vio interrumpida por la enorme infraestructura construida para el paso del tren de alta velocidad bajo la que pasamos. No esperábamos encontrar algo así, la verdad. De todos modos, la armonía natural del resto del camino nos permitió olvidarnos un poco de ese parche de hormigón en medio de la travesía.

 

De regreso, decidimos tomar el acceso asfaltado para ver de cerca los campos de cultivo y los tractores que en ese momento trabajaban en ellos. Justo antes de llegar al cruce entre el sendero de ida y este último camino, existe una pista de 1.7 kilómetros que nos lleva a la base de la fervenza. 

 

 

Un último apunte. No no nos ha resultado difícil llegar. El acceso está perfectamente señalizado desde la N-525. Nosotros tomamos la carretera PO-211 desde Silleda, aunque también se puede llegar al lugar desde Bandeira.

Si vais con tiempo, recordad que muy cerca de allí se encuentran los jardines históricos de los Pazos de Oca y Rivadulla, pertenecientes a la Ruta de la Camelia.

 

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