“Del fondo oscuro del jardín, donde los grillos daban serenata, llegaban murmullos y aromas. El vientecillo gentil que los traía estremecía los arbustos, sin despertar los pájaros que dormían en ellos. A veces, el follaje se abría susurrando y penetraba el blanco rayo de la luna, que se quebraba en algún asiento de piedra, oculto hasta entonces en sombras clandestinas”
Cualquier jardín, ya lo he contado en alguna otra ocasión, es siempre una invitación a contemplar la naturaleza y a dejarse llevar por ella. Éste en concreto se encuentra inevitablemente ligado a la figura de un escritor tan inmenso como Ramón María del Valle-Inclán. Hacia él y hacia su obra nos empuja. Me gusta ver este jardín como una especie de fondo sobre el que discurre la literatura del autor. Un jardín como la puerta de atrás de una obra literaria imprescindible.
Revista Agaexar nº8 – Tercer trimestre 2017