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Exótico, «oculto» y colmado de historia son sólo algunas de las características con las que podría definirse el jardín del Balneario Dávila, en Caldas de Reis. Un apunte al que deberíamos añadir, sin duda, la cualidad de ser terapéutico, pues el paseo a través del jardín es un complemento a los tratamientos allí realizados con aguas termales. Esas aguas que discurren por su subsuelo, por cierto, no sólo son empleadas en las instalaciones del balneario, sino que contribuyen a que la especie dominante del jardín, el bambú negro ( Phyllostachys nigra) tenga un crecimiento diario impresionante.
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El cañaveral fue plantado a principios del siglo XX por un antepasado de la familia propietaria del hotel-balneario que viajó a Filipinas. Desde entonces, la plantación se renueva continuamente: los viejos bambúes se resquebrajan y mueren, dejando paso a los más jóvenes que crecen vigorosamente, bajo los primeros, en busca de la luz del sol.
Entre la espesa masa de bambúes se van abriendo pequeñas y sombrías estancias que nos permiten contemplar sus altas «copas», pues aunque en el suelo haya espacios sin cañas, no podemos decir lo mismo en altura, donde las puntas terminan por trenzarse en un majestuoso tejido natural que impide ver el cielo. Para que os hagáis una idea, el visitante experimenta allí la intensa sensación de hallarse dentro de una pequeña y atávica catedral gótica… El cañaveral se encuentra acompañado, a lo largo de su perímetro, de innumerables elementos de marcado carácter gallego, esto nos saca por momentos de la ensoñación oriental en la que nos creíamos sumergidos.
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¿Y qué podemos decir, en concreto, de este auténtico protagonista del jardín? Phyllostachys nigra es una gramínea con tallos-caña esbeltos y flexibles, de color negruzco, que generalmente alcanzan los ocho metros de altura. Es una especie que invade el espacio donde se encuentra a través de sus rizomas. Se introdujo en Europa a principios del siglo XIX desde China. Es muy resistente al frío y se adapta a todo tipo de suelos con cierta humedad.
Una nota importante a tener en cuenta: el jardín es privado y sólo los clientes del balneario pueden disfrutarlo «en primera persona», así que si no contempláis la posibilidad de alojaros en el hotel o hacer uso de los excelentes servicios del mismo (algo que no deja de ser por completo aconsejable), tendréis que conformaros por el momento con las fotografías que acompañan a este post. Nosotros estamos encantados por poder facilitaros, en la medida de lo posible, un pedacito del placer que este lugar proporciona.
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