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La topiaria, o el arte de esculpir en plantas, no pasa nunca de moda. Sus esculturas vegetales no sólo son una manera divertida de ver un jardín para los niños, también los mayores podemos llegar a formar parte de la fantasía que crean.

Debemos tomar en consideración que frente a una talla en madera, la topiaria da lugar formas a partir de una superficie viva, que crece, que continúa expandiéndose. Será quizás que distinguimos esa vida de la planta tras las figuras perfiladas, nos susurran su avance lento. Lo que a través de la topiaria se crea se sirve de un rumor de vida particular, que nos estremece sin necesidad de resultar evidente. El juego a través de formas creadas por topiaria sigue ese sendero, allí en medio se disfruta de esa ambigüedad: la naturaleza recortada, moldeada hasta el extremo, que no deja de ser naturaleza. Por eso no pasará nunca de moda.
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En nuestro jardín del mes, el Pazo de Oca, cuentan con una zona destinada a este arte. Existe allí un asombroso Jardín de monstruos, en el que diversas figuras como tortugas o cocodrilos tallados en boj (como se puede comprobar, ésta es una especie de relevancia determinante en Oca, junto con la camelia), aparecen junto a escenas de Alicia en el País de las Maravillas o de A través del espejo y lo que Alicia encontró allí. Son ésas una acertada mención a la obra de Lewis Carroll, pues un jardín como el de Oca bien podría servir para acoger una última adaptación cinematográfica de aquel relato inmortal. Vivificada por la naturaleza además de hacerlo a partir de una cita literaria tan apropiada. ¿Se puede pedir más?

Tengamos en cuenta que allí se recrean escenas de cuentos populares, más allá de la Alicia de Carroll, como Peter Pan… También piezas de ajedrez, el monstruo del Lago Ness… Ensoñaciones todas, al fin y al cabo, vestidas de naturaleza, de ramas y hojas vivas que redoblan el rumor de cada relato, que nos arrastran a su fantasía irremediablemente.

 

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