Sin ser Jeff Koons un artista por el que sintamos especial predilección (por decirlo de algún modo), su «Puppy», esa mascota gigante construida con acero inoxidable, sustrato y plantas en floración, sí que nos resulta simpática. Será quizás que aquí la provocación del bueno de Koons, o sus interminables reincidencias pop, quedan cubiertas por la piel viva de Puppy. Es eso lo que en esta obra distinguimos en mayor medida. La vegetación y sus cambios arropando o diluyendo la broma o la crítica. Se trata de una especie de autoridad orgánica.

Disculpadnos la contradicción, que quizás no sea tanta. Elegimos una obra de Jeff Koons pero porque entendemos que ésta funciona a pesar de Koons. A la naturaleza parece importarle bien poco el discurso iconográfico y sus resultados. Ella brota, pasa por encima de la gesticulación vacía. La cuestión, desde nuestro punto de vista, es que las plantas silencian en Puppy el alboroto de lo espectacular. Por fortuna.

Buen fin de semana.

 

Fuente imagen: vozpopuli.com

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