Hoy queremos hablaros de un libro singular, de los que no es habitual encontrar propuestas similares hoy en día. Árbol, del naturalista Joaquín Araújo y publicado por la Editorial Gadir, es un magnifico y delicado cuaderno de versos y poemas en prosa dedicado “a todos los árboles y a todos los emboscados” (entre los que me incluyo).
Uno de los aspectos de esta publicación que sorprenden, ya de inicio, es el hecho de que reproduce los textos escritos por su autor a mano, y en pluma. Esta es una opción muy acertada, entendemos, porque facilita mucho ese acercamiento empático, de amor común por los árboles, con el que Araújo va descubriéndonos este pequeño diario suyo.
El prólogo está escrito por el filósofo José Antonio Marina, quien señala:
«[Joaquín Araújo] Nos enseña a mirar, a sentir, a comprender y a expresar. Nos contagia sus entusiasmos, que es la mayor demostración posible de generosidad…».
No podemos estar más de acuerdo con Marina, si hay algo que los amantes de los árboles agradeceremos antes que cualquier otro aspecto, de este libro (y desde luego no son pocos esos otros atractivos que hacen del mismo un ejercicio editorial enriquecedor), es el entusiasmo que destila su confección, la enérgica admiración por el tiempo «perdido» entre los árboles, demorado en los bosques, que sin duda ha sido la principal motivación de Joaquín Araújo. Es por ese poso de sincero amor por los árboles por lo que también nosotros, lectores, nos reconocemos en las citas y frases reflejadas.
En cualquier caso, creo que la mejor manera de presentaros este libro es ofreciendo directamente algunos de sus «pasajes»:
«Nada está completo allí donde hayamos
excluído al árbol.
Bosque y oportunidad ganada son
términos equivalentes.
Los desiertos aman platónicamente
a los bosques.
Los bosques sienten especial curiosidad
por los desiertos. Como nosotros por lo
que harán nuestros hijos, cuando
muramos.
Si el árbol convierte la luz en vida,
entonces él mismo es luz de la luz,
vida de la vida; encuentro que a todo
da sentido.
Queremos olvidarlo pero somos hijos
pródigos del bosque.»
y ya para finalizar:
María
El árbol
nos mima
con sus caricias,
olor a verde,
nos acoge.
No quiero irme
su cercanía me hace bien …
galicianGarden
¡Maravilloso!