¿A qué se refiere exactamente el término de jardín silvestre o wild garden?
Lo que hoy se conoce como jardín silvestre nació hace más de un siglo de la mano del jardinero irlandés William Robinson (1838-1935), quien en 1870 escribe “The wild garden”. El libro ofrecía una alternativa a las dificultades de mantenimiento en los jardines de aquella época, pues se realizaba un abuso en el uso de plantas importadas que no llegaban a adaptarse a las condiciones climáticas de Inglaterra, circunstancia que repercutía tanto en la imagen del jardín como en el trabajo diario de sus cuidadores. Este tipo de jardines promovían, además, la vuelta al campo desde la urbe, así como la defensa del medio rural y sus costumbres.
Robinson fundamentaba sus diseños en la observación de las plantas en su ambiente natural. Tras analizar su comportamiento, consiguió aplicar los conocimientos obtenidos a sus jardines. El resultado era verdaderamente armonioso con las especies empleadas. Esto supuso, al mismo tiempo, una ruptura con el canon estético que predominaba en los jardines de la época. Robinson redefinió así el concepto de jardín y su relación con el arte y con la naturaleza.
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El wild garden fue retomado, en distintas épocas, por muchos jardineros y paisajistas que pueden ser considerados como seguidores de William Robinson. Pensamos en Beatrix Farrand, Gertrude Jekyll, Vita Sackville-Vest o, actualmente, en Piet Oudolf ,Dan Pearson o Tom Stuart-Smith entre otros.
Además, es imprescindible aclarar que, a día de hoy, existen distintas variantes e interpretaciones del wild garden. En algunos casos se adopta una escena “natural”, es decir, se toma como ejemplo una combinación de plantas de la naturaleza y se reproduce en el jardín, de manera que se pueden instalar plantas no presentes en el entorno inmediato del mismo. En otras ocasiones se crea el jardín, directamente, a partir de las plantas que nacen en el terreno. El jardinero ha de decidir si se limita a trabajar con esas especies o si incorpora nuevas plantas a medida que evoluciona su «obra». De esto no ha de interpretarse que cualquiera de aquellas variantes excluya a otras posibilidades o combinaciones.
Desde luego, son innumerables las maneras de dar forma y vida a un jardín silvestre. Bajo nuestro punto de vista, la cuestión fundamental es el resultado estético que experimentamos en ese tipo de jardines, la sensación de que la aportación del ser humano ha sido mínima (aunque, en realidad, el trabajo haya sido abundante para lograr tal sensación de «autonomía natural»).
Como ejemplo de wild garden, os propongo uno que hemos visitado hace algunos años y que resulta llamativo por encontrarse en pleno centro de Londres, en el Museo de Historia Natural de aquella ciudad.
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En Galicia encontramos un buen ejemplo de jardín silvestre en el Pazo de La Saleta. A este respecto hemos escrito el post Pazo de La Saleta, un «jardín silvestre» en Galicia.
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