Son varios los jardines gallegos que pertenecen a la Ruta de la Camelia, pero sólo uno de ellos cuenta con una camelia a la que llaman “Matusalén” y que presume de ser el ejemplar de su especie más longevo de Galicia. Os hablamos del Pazo Quiñones de León, en Vigo, y en especial de esta histórica camelia. ¿Os habéis parado alguna vez a contemplar el arbusto más singular de su jardín?

La historia de esta Camellia japonica comenzó en 1860 cuando el marqués de Alcedo la incorporó al jardín. Procedente de los viveros portugueses del Marqués de Loureiro, se cree que ya en aquel momento contaba con unos 50 años de edad. En 1961 fue apodada, por Hubert B. Owens, como la “Matusalén de las camelias”. Owens había quedado fascinado por su belleza, su porte y (de ahí el sobrenombre) por su vejez. Así lo expresó el arquitecto:»…fue aquí donde vi el más grande y antiguo árbol de camelias que encontré jamás. En un lado del gran parterre de bojes se encuentra este ejemplar de árbol, cuyo tronco tiene 60 cm de diámetro al nivel de la tierra. Tendrá más de doscientos años. No pude determinar el nombre de la variedad. La vista de este Matusalén de la raza de camelias me conmovió realmente». (cita recogida en la web de Turismo Rías Baixas).

 

En la actualidad posee más de 150 años de antigüedad, una copa que alcanza los 15 metros de diámetro y una altura de algo más de 8. Estas magníficas cifras son las responsables de que dicha camelia se incluya desde hace tiempo en el Catálogo de Arbores Senlleiras de Galicia.

Seguro que después de conocer estos datos os apetece visitarla (o revisitarla), ¿verdad? Os facilitaré alguna información más, esta vez sobre su situación, para que su búsqueda por el jardín os resulte sencilla (aunque tal vez debería no hacerlo, pues así os evito el placer de perderse por entre los setos de boj, la rosaleda o la pradera inglesa…): se sitúa en la terraza central, al inicio del jardín geométrico que se extiende detrás de la fachada principal del pazo –del  diseño y composición del propio jardín os hablaré en el próximo artículo-. La visita (tanto al pazo como al jardín y, en especial, a este ejemplar centenario) es obligada.

Para finalizar, sólo una nota a modo de recordatorio. Las camelias florecen en los meses de invierno, por lo que nos encontramos en una época idónea para contemplar este ejemplar en su máximo esplendor. No la desaprovechéis.

 

Revista Agaexar nº10 – Segundo trimestre 2018

 

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