A mayo se le conoce como el mes de las flores. Son numerosos los festejos que se celebran en esta época con motivo de la llegada de la primavera y el renacimiento del mundo vegetal después del invierno. De hecho, este tipo de celebraciones lúdicas, folclóricas y también agrarias, suelen enmarcarse en el denominado Ciclo de Mayo, que comprende el periodo entre mediados de abril y mediados de mayo, pudiendo incluir, según el autor, hasta el 24 de mayo, donde de nuevo las plantas vuelven a tener un papel destacado en el día de San Juan ( podéis leer nuestro artículo Las siete hierbas de San Juan).

Aquellos que nos seguís, sabéis que uno de los temas que solemos tratar en nuestro blog es el del reencuentro- conexión de nuestra sociedad con la naturaleza. Una relación, diaria o festiva, que parece haberse abandonado un poco con el paso de los años. De estas festividades perdidas, quedan todavía algunos «restos» del empleo de los vegetales asociados generalmente a pequeños rituales, que nos recuerdan sus orígenes. Si bien, todos los «adornos» de la festividad ( gastronomía, música, etc…) provocan que se diluya un poco  el sentido o significado del porqué se utilizan plantas o flores en los mismos.

Hemos querido investigar sobre los orígenes del Ciclo de Mayo ( y por lo tanto de los Maios gallegos). En nuestra búsqueda nos hemos encontrado con un interesante artículo de Clodio González Fernández, publicado en el año 1983 en la Revista de Folklore nº20 titulado «Fiesta de los Maios en Galicia«. De él hemos extraído algunas ideas que os exponemos a continuación y que creo que serán de vuestro interés.

Existen multitud de opiniones sobre el periodo en el que se iniciaron este tipo de manifestaciones populares. Algunos autores lo sitúan en el paleolítico, otros en el neolítico, e incluso en la antigüedad clásica donde se rendía culto a diosas como Flora, Ceres, Deméter, Maia… Otros aseguran que su origen es celta.

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Pero independientemente del origen, los ritos podían estar ligados al campo y a la consecución de abundantes cosechas o bien ligados a la celebración del fin del invierno y la llegada de los frutos. Aquí algunos ejemplos en Galicia de ambos casos:

  • Alumear (alumbrar) el pan. La última noche de abril, en algunas zonas costeras del noroeste de Galicia, se encendía una hoguera para alejar a los enemigos meteorológicos de los sembrados, así como a los animales que pudieran causarles algún daño. En el ritual la gente se situaba alrededor del fuego mientras cantaba canciones que aludían a los frutos y a la abundancia. Otra de las maneras de realizar el ritual era que una o varias personas recorrieran los campos bendiciéndolos con «fachucos» ( haces de paja de trigo o centeno) ardiendo y repitiendo esas mismas canciones.
  • Bendición de los campos: Rito ligado a la religión cristiana, donde se perseguían los mismos fines que en el caso anterior pero utilizando agua bendita o de fuentes a las que se les atribuían alguna propiedades especiales. Al tiempo que se bendecían con agua los campos, también se recitaban diversas oraciones. Se solía celebrar el 29 de abril (San Pedro Mártir)
  • Ramos o enramadas: consistía ( y consiste, pues aún se celebra en muchos puntos de Galicia) en colocar una rama de xesta (retama)  florida en aperos de labranza, establos, casas, automóviles… el primero de mayo. Alejaba a los posibles peligros del lugar donde estuviera colgada.

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  • Ramos de flores:  En algunos pueblos gallegos como Riós (Ourense), Queiroga (Lugo) o Cambados (Pontevedra), en lugar de realizar los tradicionales maios, los niños llevaban ramos de flores en sus manos, a cambio de los cuales, recibían golosinas o dinero.
  • Arcos de flores: Se realizaban con árboles jóvenes o ramas de sauces o mimbres adornados con flores o cintas de colores. A veces se construían para que después pasara por debajo la procesión. Otras veces, simplemente como entretenimiento para los niños durante eses días. En el pueblo de Tiobre ( Betanzos) la tradición consistía en que bajo los arcos pasara una niña o niño de 4 años. Si sus compañeros cantaban canciones que hablaban del invierno, éste cerraba los ojos. Por lo contrario cuando las canciones aludían a la primavera, el niño o niña volvía a pasar con los ojos abiertos.

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Maia bajo arcos, Betanzos 1955. Fuente: https://buencaminoasantiago.wordpress.com

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  • Cruce de flores: Denominados en muchas poblaciones como maios, se diferenciaban de los originales en que las coplas estaban escritas en castellano y su contenido era religioso.
  • El árbol de mayo: Se conocen cuatro zonas en Galicia en las que un árbol se convertía en el protagonista de las fiestas populares de esta época: Laza, Entrimo, O Cruceiro de Róo y el entorno de Santiago de Compostela. Los jóvenes del pueblo «robaban» un buen árbol y lo ubicaban en una zona de buena visibilidad para todos los vecinos, como por ejemplo la plaza del pueblo. Una vez allí, lo adornaban con flores, cintas, zarzas… o incluso le prendían fuego para luego comenzar a danzar a su alrededor cantando diversas canciones.

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Maio de Laza 2017. Fotografía cedida por María Isabel Quintas Campos.

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Por supuesto, la festividad más popular de todas cuantas haya en el Ciclo de Mayo ( excluyendo por supuesto la de San Juan) es la de Os Maios, que ha llegado hasta nuestros días y que se celebra en varios puntos de Galicia, especialmente en Ourense.

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Maios. Fuente: https://desdeminstagrama.files.wordpress.com

 

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Maios 2017 en Ourense.

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